En este mismo instante, octubre de 2016, miles de viajeras y viajeros cargados con su mochila a la espalda andan recorriendo las rutas de América Latina. Muchos de ellos persiguen tomarse “las grandes fotos latinoamericanas” que ofrecen los mejores destinos mochileros. Otros tal vez anden buscando playas de ensueño, en las que tumbarse a tostarse al sol mientras les sirven una piña colada. También están los que buscan las mejores fiestas del continente, se alojan en party hostels y beben una noche tras otra hasta el amanecer. Cada uno busca su propio viaje y sus propios destinos.
Para nosotros, los mejores destinos mochileros deben mezclar un buen número de ingredientes: conexión con la naturaleza, identidad cultural propia, que tengan cosas interesantes que hacer y que ver, que sean baratos… Pero sobretodo, buscamos esos rincones que, de alguna manera, destacan por encima de otros. Lugares que tienen una magia especial y que, además de todos sus ingredientes turísticos, ofrecen ese plus de contacto con lo local, de experimentar la vida de otra manera y, de alguna forma, sentirse en casa en un sitio donde todo es diferente. Y eso es lo que hemos intentado con este artículo, elegir 10 que para nosotros cumplen con esas características. Por supuesto, estos criterios son totalmente subjetivos. Tienen que ver, sobretodo, con las experiencias vividas y la gente que se ha cruzado en nuestro camino. No están ordenados como un Top 10 porque para nosotros sería imposible. Cada uno tiene su encanto y su sabor especial.
LOS 10 MEJORES DESTINOS MOCHILEROS DE AMÉRICA DEL SUR EN 2016
Baños (Ecuador)
Ríos y cascadas, bosque húmedo-casi selva, senderos, todo tipo de deportes de aventura o una agitada vida nocturna. Baños lo tiene todo para el turismo de masas, que llega tanto desde el resto del Ecuador como de todo el mundo. Muchos sólo pasan unos días por allí pero otros, atraídos por la calidez de sus habitantes y la espectacularidad de sus paisajes, hacen de Baños de Agua Santa su casa durante meses. En los últimos tiempos, con la masificación, está en riesgo de perder un poco de su encanto e identidad, aunque esperamos que no sea así.

Foto de Rinaldo Wurglitsch, en Flickr
Copacabana (Bolivia)
A orillas del Titicaca se encuentra esta pequeña población andina que se ha convertido de una manera casi casual en el paraíso mochilero por excelencia en Bolivia. Sin duda la atracción que generan el Lago Titicaca y las Islas del Sol y de la Luna, hace que viajeros de todo el mundo pasen por Copacabana. Sin embargo, pese a no tener grandes atractivos en sus alrededores, este pueblito se ha convertido en zona de descanso de mochileros y artesanos de todo el planeta. Es muy barato, se puede vender en la calle, hay ofertas de trabajo a cambio de alojamiento y se pueden recorrer con relativa facilidad sus preciosos alrededores. Aquí os contamos porqué es uno de nuestros lugares favoritos de Sudamérica.
Ilha Grande (Brasil)
En el archipiélago de Angra dos Reis (Rio de Janeiro) hay 365 islas e islotes preciosos. La más grande –en un alarde de la creatividad conquistadora-, se llama Ilha Grande. No hay carreteras asfaltadas y la gente vive a un ritmo tranquilo y alegre. Es destino turístico de cientos –tal vez miles- de brasileros y argentinos que inundan la isla los meses del verano austral. Ahora bien, durante los meses menos turísticos, la isla se convierte en un destino mochilero excelente. Extremadamente apacible y sosegada, Ilha Grande es un lugar perfecto para pasar unos días y recargar pilas. Se puede disfrutar de sus preciosas playas y recorrer a pie su extensa red de trilhas, preciosos caminos por la mata atlántica. Eso sí, recomendamos no ir muy cargados porque son senderos exigentes. Os contamos nuestro paso por la isla aquí.
Cusco y el valle sagrado (Perú)
Desde los años 60, el misticismo que la cultura inca despertaba hizo que los pequeños pueblos del Valle Sagrado de los Incas, cerca de Cuzco, se poblaran de hippies en busca de una vida comunitaria. Hoy en día, estos pequeños pueblos como Pisaq, Ollantaytambo o Chinchero siguen atrayendo a cientos de viajeros que buscan esa energía: preciosos paisajes montañosos, una vida rural sencilla en pueblitos ecológicos y convivencia con los pobladores originarios, que todavía usan el trueque como forma de comercio. El valle sagrado ofrece la posibilidad de vivir de otra manera, apartado de las prisas del mundo contemporáneo.
Cabo Polonio (Uruguay)
En las costa uruguaya, casi en la frontera con Brasil, se encuentra el Cabo Polonio, un lugar que parece que no pertenece a ninguna parte. Unas pocas casitas, pintadas de colores y desperdigadas por ahí sin mucho sentido, y una preciosa y desierta línea de costa es todo lo que se encuentra. No hay electricidad, ni agua corriente, ni teléfono y es precisamente esto lo que ha atraído a mochileros y bohemios de todo el mundo. Yo estuve hace muchos años pero me cuentan que, de nuevo, la identidad de Cabo Polonio está en riesgo por la llegada del turismo masivo. Esperemos que la resistencia de lo bello y sencillo le pueda al dinero, aunque la pelea no es fácil.

Foto de Pixies, en Pixbay
Otavalo (Ecuador)
Unos 50 km. al norte Quito se encuentra esta ciudad que conserva orgullosa su carácter andino e indígena. La personalidad de Otavalo es única y en sus calles se mezclan los colores de los vestidos tradicionales con los de enormes mochilas que suben y bajan por sus callejuelas. Los artesanos del mercado textil, el más grande de Sudamérica, siguen hablando en kichwa. Pero además, los alrededores de Otavalo ofrecen excelentes actividades al aire libre como la Cascada de Peguche o la laguna de Cuicocha; y visitas a otros pintorescos pueblos de la zona, especialistas en diversos tipos de artesanía.

Foto de Christian Pérez, en Flickr

Foto de Niconectado, en Flickr
Huanchaco (Perú)
Olas, posibilidad de acampar en la playa con relativa seguridad y una onda pacífica y tranquila –en contraposición con Máncora-. Huanchaco no tiene nada muy especial pero sin embargo uno encuentra rápido la conexión con este pequeño pueblo del norte peruano. Sus habitantes son muy agradables y quedarse en alguno de sus hostels o campings es muy barato. Además, está muy cerca de muchas ruinas de culturas preincaicas que explorar y se puede navegar en sus míticas balsas de totora. Si te interesa, te contamos aquí nuestra experiencia y algunas cosas que te pueden servir.
Puerto Iguazú (Argentina)
Esta tranquila ciudad fronteriza es lugar de peregrinaje de cientos de mochileros, que viajan de todas las partes del mundo. Y lo hacen buscando uno de los mejores destinos mochileros de Sudamérica: las Cataratas de Iguazú, maravilla natural del planeta. Mientras los unos llegan, ven y se van; hay otros que encuentran en Puerto Iguazú un lugar donde quedarse a descansar. La preciosa selva que rodea a la ciudad, el tempo pausado y tranquilo que se respira, la posibilidad de trabajar en las calles y el Camping La Modista son argumentos más que suficientes para pasar unos días en Puerto Iguazú. Hablamos sobre nuestro paso por allí en este post.
Vilcabamba (Ecuador)
Esta pequeña población del sur de Ecuador, casi en la frontera con Perú, se dio a conocer internacionalmente después de que se llevaran a cabo allí varios estudios. Resulta que había entre sus habitantes una altísima concentración de personas con más de 100 años. Se bautizó al entorno como El Valle de la Longevidad. En cualquier caso, lo cierto es que la tranquilidad y paz que se respira en Vilcabamba es difícil de encontrar en otros lugares del continente. Además sus habitantes, mezcla de locales y extranjeros que llegaron como mochileros y terminaron estableciéndose, son extremadamente agradables y acogedores. Vale la pena pasar por Vilcabamba en busca de la paz.

Foto de The Lifter Lorax, en Wikimedia
La Guajira (Colombia)
Es, probablemente, el destino mochilero más outsider pero uno de los mejores destinos mochileros de la lista. La Guajira es un territorio indómito en el noroeste de Colombia, en la frontera con Venezuela. Llegar hasta allí requiere un viaje largo, incómodo y complicado, que supone dos buses y una caminoneta -en la que se va apretujado entre gentes, cabras y gallinas-. Una vez allí, apenas hay cosas que hacer. Lo único que uno se encuentra es belleza salvaje: la magnificencia de un desierto a la orilla del turquesa Mar Caribe y el extraño e incómodo carácter de sus pobladores, los indígenas wayúu. Sin embargo, La Guajira es un lugar magnético, que invita a quedarse, oír al viento soplar y dejar pasar el tiempo. Vale muchísimo la pena el tortuoso peregrinaje para conocer cómo vive un pueblo abandonado por el estado, golpeado por el narcotráfico y la guerra colombiana, que subsiste con sus propios medios en la hostilidad del paisaje.

Gracias a mi hermano Enrique por la foto!
EXTRA: Montañita (Ecuador)
Incluimos Montañita como extra porque está cambiando muchísimo. Cuando estuvimos por primera vez, hace más de 10 años, era uno de los mejores destinos mochileros de Sudamérica. Una preciosa playa con buenas olas, onda hippie y habitantes con buena vibra –que gestionaban el pueblo de forma comunitaria y no tenían ni policía-. Hoy en día, en 2016, ha perdido gran parte de su encanto por la llegada del turismo masivo y la proliferación de discotecas y bares en cada rincón del pueblo. Esto ha generado problemas de suciedad, sobreexplotación de los recursos, inseguridad y masificación. Pese a ello, una gigantesca comunidad de mochileros –muchos de ellos artesanos- siguen encontrando allí el lugar donde quedarse a descansar de los rigores del viaje. Montaña despierta amor y odio, ¡cada uno que juzgue!

Foto de Mariaflorine, en Flickr
SOBRE NUESTRO IMPACTO COMO MOCHILEROS
Como ya hemos dicho en otras ocasiones, es importantísimo reflexionar sobre la incidencia que, como mochileros, provocamos cuando viajamos. Consideramos que es imprescindible que tengamos mucho respeto y cuidado con los lugares que recorremos. Por ello, es nuestra responsabilidad dejar todos los lugares a los que vamos igual que cómo los encontramos. O, si es posible, hacer que nuestro paso por allí aporte para mejorar.