El primer destino de un viaje de un año y medio por el mundo: Cuenca. Siempre me ha parecido una linda ciudad y el Peter se moría por conocerla. Aparte hubo una confluencia de amigas y amigos que o viven en Cuenca o iban a estar ahí en esos días; y que mejor que la despedida se alargue un poquito más. Y ha sido por esas fiestecitas y brindis que nos hemos apalancado en esta linda ciudad.
Por ser el inicio del viaje, nos saltamos los museos y decidimos experimentar Cuenca al aire libre, caminando, caminando y caminando!
El centro histórico de Cuenca
El centro histórico de Cuenca es una joyita, como dirían sus locales. En los tres siglos de la colonia, esta ciudad creció gracias al comercio de sus tejidos y metales, llegando a ser el vínculo entre las poblaciones del sur de la Real Audiencia. Como toda ciudad fundada por los españoles, a Cuenca no le faltan iglesias. Bordeando la Plaza Central, se enfrentan la nueva y la antigua Catedral y en sólo unas cuadras alrededor podemos encontrar hasta diez. Tuvimos la suerte de ver la plaza en su estupor de la mañana, llena de viejitos conversando, y en la noche de Semana Santa, con una procesión de Jesucristos sangrantes y devotos.

Cúpulas de la Nueva Catedral

Iglesia de Santo Domingo
A orillas del Tomebamba
Cuenca está cruzada no por uno, sino por cuatro ríos. Siendo el más central el río Tomebamba, que rodea al centro histórico y proporciona el escenario perfecto para caminar, descansar y oír el agua pasar. Allí disfrutamos de un largo momento de relajación, y junto a Andreu y Raquel, dos amigos fruta freaks, probamos el achiotillo y el zapote.

Relajados a orillas del Tomebamba, con Raquel y Andreu
Parque Nacional Cajas
Saliendo de Cuenca, está el Parque Nacional Cajas (entrada gratuita), a unos 40 minutos en un taxi que nos cobró $12 (el transporte público es escaso en Semana Santa, pero en la terminal del sur suelen salir buses con regularidad, que cobran $2 por el trayecto). Es importante NO quedarse ni en la virgen, ni en la primera garita de entrada (como nos pasó a nosotros), ya que de ahí faltan unos 8 km para la entrada de verdad. Por suerte pararon dos chicos cuencanos que para poder llevarnos a todos, uno de ellos se metió amablemente, y sin pensarlo dos veces, en la «perrera» de su Vitara. El parque es espectacular, las rutas están completamente señalizadas, se puede acampar dentro del Parque Nacional Cajas de forma gratuita y a la entrada, tras registrarte en un sistema computarizado (si señor! nada de un librito con papel y lápiz), los guarda parques te asesoran sobre qué ruta tomar dependiendo del tiempo que tengas y de tu estado físico. No por causa del mal estado físico, sino por el poco tiempo que teníamos, tomamos la ruta 1, que consistía en 5 km en 4 horas.
Pudieras ir más rápido pero este paisaje vale la pena apreciarlo. Pastizales inmensos, más de 150 lagunas (como cajas llenas de agua conectadas entre sí), bosques de polylepis estilo «Hansel y Gretel», llamas y conejitos, resumen vagamente la aventura del parque. Hace frío, pero tras iniciar la caminata, las chompas se caen a amarrarse en la cintura, y la mente se calma con el cielo a la distancia. Hasta que te toca cruzar un pantano o un río y alguien se cae. Ahí ya solo te ríes.

Con el barro hasta las rodillas por la caída en el charco
El sombrero de Panamá y la noche cuencana
Como todo el mundo sabe, los sombreros de Panamá (Pánama hats) son hechos en el Ecuador. Se popularizó ese nombre ya que durante la construcción del canal, los obreros en Panamá los usaban para protegerse del sol, pero eran traídos desde Ecuador. A pesar de que los sombreros son principalmente un producto de la costa, en Cuenca también se fabrican, con fibra que viene desde Manabí para ser tejida por artesanos locales. Yo personalmente, no podía quedarme sin mi sombrerito de paja toquilla por $10 en el mercado de San Francisco.
La noche cuencana no es una locura. No por nada tiene una reputación de ciudad conservadora, pero en la Calle Larga del centro histórico se pueden encontrar algunos bares. Nosotros tuvimos la suerte de caer en el Chelo (al final de la Calle Larga y cerca del Puente Roto) en donde pudimos aprovechar el 2×1 y tomarnos media docena de mojitos ¡a $1,5 la unidad!

Amigos que vinieron a Cuenca…

… y amigos que viven en ella!
Pensábamos pasar un par de noches en Cuenca pero ya en la primera parada, la ciudad nos atrapó y terminamos quedándonos 4 días. Por eso, siempre que viajamos intentamos evitar tener un plan muy armado, el ritmo lo suele decidir el viaje… Eso sí, Cuenca vale mucho la pena, ¡no se la pierdan!
6 comments
Lindo articulo!!!
Gràcies primo, això es perque eixiu vosaltres!!!
MARAVILLA!!!
Gracias MaryMar, nos ayudaste a iniciar nuestro viaje con una sonrisa!!! Nos saludas a la crew cuencana. Te queremos
Esta Cuenca también me gustaría. La de España también es hermosa. La conocéis los dos?
Gaby no conoce todavía la Española pero pronto… La Cuenca ecuatoriana es una joya a descubrir! Gracias por tu comentario!