Aunque muchos no lo sepan, Sucre es la capital de Bolivia. La historia reciente del país andino se escribe en esta calmada ciudad, de clima cálido y paredes blancas que recibe al viajero, mochilero o turista, con los brazos abiertos. Y es que, además de su preciosa y bien conservada arquitectura colonial, Sucre tiene en sus habitantes su más preciado valor. Amables y hospitalarios, los sucrenses le hacen sentir a uno como en casa.
A SUCRE POR LEO
Pasamos por Sucre más por amistad que porque estuviera en nuestros planes. Allá por mayo de 2014, cuando recién entraba en la ONG que abandoné para iniciar este viaje, RET Internacional, me invitaron como cofacilitador a un encuentro juvenil sobre reducción de riesgo de desastres en la mansa ciudad de Guayaquil. Sin tener apenas idea de a qué era eso de RRD, y mucho menos de porqué me invitaban a mi, decidí aceptar.
Allí me encontré a un tipo alto, bien plantado y sonriente, experto en la temática pero que tenía más o menos la misma idea que yo de porqué estábamos allí. Resultó ser colega mío en RET, en la ciudad de Lago Agrio. Desde el minuto cero surgió una fuerte conexión, tanto a nivel profesional como personal, que nos llevaría a resolver muy bien nuestro papel en el encuentro –modestia aparte-. Las casualidades de la vida –o tal vez causalidades, quién sabe- nos llevaron a juntarnos unas cuantas veces más en otros encuentros juveniles en Panamá o frente a litros y litros de cerveza en los peores antros de Quito.
Así se forjó mi amistad con Leo, costarricense por nacimiento y latinoamericano por devoción, viajero ultralento y arraigado, fotógrafo, flamenco de Moraito, mujeriego y bebedor. Una de esas amistades que duran para siempre, independientemente del tiempo que pase o la distancia que nos separe. Pues bien, resultó que el bueno de Leo se había mudado a la “Ciudad Blanca” –como se conoce a Sucre-, para trabajar en un proyecto comunitario juvenil. Y allá nos fuimos.

«Trabajando» en Panamá (perdona bro)
CHICHA DE BIENVENIDA
Leo nos recibió, como no cabía otra posibilidad, de la mejor manera posible. Le encontramos en compañía de uno de los chicos con los que trabaja, en el centro juvenil, después de un día muy intenso para él –era el día de la juventud en la ciudad-.
Tuvimos un rato para conversar y ponernos al día pero, poco a poco, el tranquilo lugar fue llenándose de gente. Compañeros de trabajo y algunos militantes y compañeros de las bases políticas de la ciudad iban llegando y felicitándose por el éxito de la jornada. Fueron apareciendo como por arte de magia varias botellas de chicha, un fermentado de maíz muy típico en los Andes, y nos invitaron a formar parte de la charla. Allí empezaríamos a conocer la hospitalidad y buen corazón de los sucrenses. Hablamos de juventud, de acción social, de política, del viajes mientras los vasos se iban vaciando y la habitación se llenaba de humo. Nos sorprendió, gratamente, la gran formación que tienen los jóvenes en Bolivia.
Agradecidos, nos despedimos de los chicos y caminamos por las calles de Sucre a la cálida luz de las farolas, disfrutando del buen clima que no nos había acompañado en nuestros días en La Paz. Leo, caballero como es, nos cedió su acogedor departamento para que pudiéramos estar cómodos y, la verdad, se lo agradecimos –especialmente la celestial presión y constancia de agua caliente de su ducha-.
PASEOS Y MERCADOS
Sucre es una de las ciudades más bonitas de Bolivia así que nos tomamos el tiempo necesario para caminarla. Desayunar en el Mercado Central los ricos cuñapés bolivianos, unos pequeños panes de queso que sirven todavía humeantes (1 bol. la unidad, $0,15), con un buen jugo de fruta (7 bol. – $1); recorrer las calles centrales, atestadas de ruidosos jóvenes yendo o viniendo del colegio, descansar un rato a la sombra de los gigantescos árboles de la Plaza 25 de Mayo o del Parque Simón Bolivar… Sucre se deja caminar y todo el centro histórico está pintado de blanco, de ahí el sobrenombre de la ciudad, lo que la hace muy luminosa y agradable.

La preciosa plaza 25 de Mayo de Sucre
Nos gustó especialmente callejear por las zonas comerciales un poco más alejadas del centro, donde las vendedoras ambulantes se ocultan bajo sombreros de ala ancha y los tenderos se mueven hábilmente entre montañas y montañas de género milimétricamente organizado.
Por la tarde, esperando poder generar algo de ingresos nos subimos al Mirador de la Recoleta, uno de los lugares más bonitos de Sucre. Allí, después unas infructuosas horas de trabajo, disfrutamos de una bonita puesta de sol acompañada por el sonido del hang drum de un valenciano viajero que conocimos allí. Esperad al video…
LA GRAN FARRA
Nuestra última noche, un vecino español de Leo celebraba su despedida y en el precioso patio colonial se organizaba una fiesta. Después de la ya tradicional y deliciosa tortilla de papas que ofrecemos a quien nos aloja –esta fue la segunda de las 5 que hemos hecho en Latinoamércia- y una buena botellita de vino, bajamos con Leo y un Flor de Caña bajo el brazo para celebrarle al desconocido. Resultó ser de Valencia, estudiante del Calasanz –donde estudiaron muchos amigos míos-, así que enseguida se entabló la conversación, corrieron copas y más copas y, sin darnos casi cuenta, el sol se coló en el patio y nos dio las buenas noches-días.
PARQUE CRETÁCICO
Mientras yo dormía la borrachera, Gaby tuvo el coraje de levantarse, tomarse el bus (3 bol. el pasaje, $45) e irse al Parque Cretácico (30 bol. – $4,7). Resulta que en las afueras de la ciudad, en una cantera de una fábrica de cemento, se decubrió a mediados de los noventa una enrome pared con unas extrañas marcas. Al parecer, un especialista local las identificó como huellas de dinosaurio, pero no logró que la comunidad científica acudiera para constatar el hallazgo, hasta que un documental sobre Scure cayó en manos del investigador de la prehistoria Cristian Meyer. El suizo, impresionado, se desplazó hasta Sucre y no dió crédito a lo que veía: una pared de 25000 metros cuadrados con más de 5000 impresiones de huellas.
Según las investigaciones realizadas, hace 68 millones, en el Cretácico Superior, los dinosaurios vivían a orillas de un enorme lago que se extendía unos mil kilómetros de norte a sur por lo que hoy es la frontera entre Perú y Bolivia (y sí, amigos, Jurassic Park nos engañó a todos pues la era principal en que vivieron los dinosáurios no fue la jurásica sino la cretácica). Los movimientos tectónicos que provocaron la formación de la Cordillera de Los Andes hicieron que la llanura donde vivían los dinosaurios, con sus huellas impresas, quedara en posición vertical.
Cal Orcko –como se conoce hoy al yacimiento paleontológico- es el sitio paleontológico de estas características más grande e importante en el mundo y ha afectado mucho a la paleontología mundial. Al parecer, se encontraron huellas de anquilosaurio, que se pensaba inexistente en América del Sur. Además, se pudieron encontrar huellas de otras 293 especies, incluyendo al titanosaurio –un hervívoro de 25 metros de altura-, el terópodo así como cocodrilos, tortugas, peces y algas del Cretácico, lo que permitirá tener nuevos datos para seguir estudiando esta época.
Para la conservación de Cal Orcko se crea en 2006 el Parque Cretácico, que ofrece rutas guiadas al pie de la pared para poder contemplar las huellas (atentos, hay que llegar antes de las 12 para poder hacer la visita guiada, si llegas después solo podrás ver desde lejos) y se ha contruido también un parque con réplicas a tamaño real y de gran realismo de algunas de las especies de dinosaurio más significativas. El parque merece una visita pues no todos los días se puede uno pasear a centímetros de huellas que fueron hechas por gigantes dinosaurios hace 68 millones de años, ¿verdad?
HASTA PRONTO
Después de que Gaby regresara a casa nos despedimos de Leo, con una inmensa resaca, hasta que nuestros caminos, seguro, nos vuelvan a cruzar en alguna parte del mundo. Gracias por tanto, hermano.

Nos tomamos la foto de despedida con una resaca épica!!!
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5 comments
Genial !! Me encantó leerles amigos… y me encató mas saber q lograron encontrarse con el buen Leo.
Gracias Kathe! A nosotros nos encanta que nos leáis. Un abrazo
El relato es genial. Esta experiencia vuestra siempre será un gran recuerdo para vosotros y para quienes os seguimos. Adelante.
Gracias Gemma! Que bueno que nos leas y te guste lo que contamos! Sigue atenta que pronto lanzamos nuevas publicaciones! Un abrazo
<3