Jorge se enfunda los guantes, arranca la camioneta y nos ponemos en marcha. Atrás, las chicas empiezan las presentaciones: hablan de sus países, de sus viajes, de sus destinos predilectos, de qué llevan en la mochila… Yo callo y desconecto, dejando que las palabras se disuelvan en el aire. La puna lo rodea todo y, a lo lejos, en la distancia, un intenso resplandor brota extraño, del suelo al cielo, como si el mundo se hubiera puesto del revés. En mi mente se revuelven, inquietas, viejas imágenes de 9 años atrás y me siento extraño, entre ansioso y excitado. De pronto, de entre la pobre vegetación, aparece. Una gigantesca llanura de un blanco extremo, radical y cegador, que se pierde en el horizonte. Jorge, seco y sobrio, murmura: el Salar de Uyuni.
DÍA 1
Paramos junto a una maraña de banderas agitadas por el viento, que casi corta, y contemplamos las caprichosas formas poligonales que la estación seca ha formado. De nuevo al carro, y kilómetros y kilómetros de sal crujiendo bajo los neumáticos. No hay nada más que blanco y celeste, eternos, formando un horizonte surreal. De vez en cuando, pequeñas islas parecen flotar sobre el mar de sal por efecto de la luz. En una simbiosis entre lo vegetal y lo submarino, cardones y corales se entremezclan en la Isla del Pescado.
Me siento en una roca, alejado de los grupos de gente que se autoretrata en posiciones imposibles y ridículas. Cierro los ojos y escucho el viento. La soledad, si se busca, se encuentra en cualquier parte. Pero hay lugares donde es ella la que te sale al paso, te abraza despacio, fría, y se adueña de todo. Pienso en porqué viajamos y en qué es lo que nos mueve a seguir. Me doy cuenta de que para mí, por primera vez, ya no es una excusa, ni una huida hacia delante, ni una vía para escapar de mis miedos. Ahora viajo porque quiero, y con quien quiero. De pronto me entra miedo.
Cae la noche a las afueras del hotel de sal, la temperatura baja salvajemente y el frío es casi insoportable. Pero el espectáculo no cesa. La oscuridad descubre, como en una contradicción, el universo entero. Una franja láctea cruza el cielo tintineante.
DÍA 2
Jorge arranca de nuevo, listo desde temprano con sus gafas de sol y un grueso sombrero de cuero de vaca. A nuestro alrededor los colores cálidos se entremezlan en las montañas y los ocres y rojizos le disputan el dominio al celeste inmutable del cielo, sin una nube que lo atraviese. El camino, montaraz, indómito, nos lleva entre lagunas de colores y rocas arbitrarias que juegan a las formas en medio del desierto. Las horas pasan y el tiempo da de sobra para pensar. Mucho. Me acuerdo de la Cordillera Blanca, y de la sensación de ser una parte minúscula de algo mucho más grande, de pertenecer sutil y delicadamente a un sistema que vive en un equilibrio frágil y extraordinariamente complejo.
Y kilómetros de nuevo, a paso lento entre enormes rocas o a toda velocidad en la aridez del desierto. Flamencos, llamas, vicuñas… Los animales que pueblan estas tierras sobreviven impasibles en un ambiente casi inhabitable, ajenos al trajín de los todoterrenos que abren irresponsables nuevos caminos.
DÍA 3
A diferencia del viaje en pareja, aquí la ruta y el paisaje invitan al silencio y la reflexión. Y me pregunto como sería recorrer los mismos caminos solo, tal vez a lomos de una bicicleta, sufriendo cada pedalada y durmiendo a cientos de kilómetros de otro ser humano. Imagino como se debe sentir, lo radical y libre que debe ser. Me pregunto si todo sería más puro, más auténtico, si fuera una travesía en solitario. De pronto empiezo a cuestionármelo todo y de nuevo en mi cabeza las ideas corren en todas direcciones y me confunden. Jorge me saca de mis ensoñaciones: “Chile”.
Hago la fila migratoria. Una mano, cálida y suave, coge la mía. La aprieto con fuerza mientras todas mis dudas se despejan.
8 comments
[…] los atractivos que este tour tiene. Ya los describimos desde las sensaciones que nos generaron en este post, vamos a tratar aquí de dar información un poco más […]
Realmente intenso. Mucho sentimiento. Me ha encantado
Muchas gracias, nos emocionan comentarios como el tuyo. Parece que fueras mi madre… (Gaby te quiere dar un abrazote cuando te vea…)
Extraordinarias fotos. Ya solo te falta aprender lightroom y me habrás sobrepasado: excelente!!!!
Y el texto «sin comentarios»
Pedro
Dame tiempo viejo, te prometo que me pongo pronto con el lightroom!!! Te quiero
Fotos increíbles, texto con sentimiento, sensaciones transmitidas y la tranquilidad de tenerlos cerca aunque la distancia nos separe. Se les quiere
Gracias Santi, nos alegramos mucho de que te guste lo que hacemos. Pronto postraremos nuestras aventuras en Brazil, esperamos que te traigan buenos recuerdos!!! Un abrazo muy fuerte!
[…] días recorriendo el Salar de Uyuni y la preciosa Reserva Natural Eduardo Avaroa (os lo contamos aquí y os damos unos consejos para visitarla vosotros aquí). San Pedro es un pueblito agradable, muy […]